Hace unos días un amigo me cuestionaba sobre la “obsesión” de Don Manuel por la Eucaristía. Y es que en realidad podría dar la impresión de que en todos sus escritos no hablase de otro tema que no sea de Jesús Sacramentado. En realidad no es así, y aunque así lo fuera no tendría nada de malo pues lo que todos esperamos de un sacerdote es que nos hable de Jesús y Él sigue presente en cada Sagrario y se hace Pan en cada Misa.
El Beato Manuel González, obispo de Málaga y luego de Palencia, arcipreste de San Pedro de Huelva, catequista, educador, pero sobre todo padre y pastor, predicaba y enseñaba sobre todo lo que un apóstol debe enseñar, pero siempre teniendo, como la tiene la Iglesia, a la Eucaristía como fuente y fin de todos sus afanes.
Pero creo que quien mejor puede explicar el porqué toda su obra pastoral y también la literaria siempre hacen repicar la llamada a amar a Jesús en el Sacramento, es el mismo autor. Revisando su libro “Aunque todos yo no” encontré este párrafo que explica porque lo obsesionaba el abandono de los Sagrarios:
“El cristianismo es el Sagrario, y, aunque ésta no sea la ocasión de demostrarlo, vosotros afirmaréis conmigo que el Sagrario en nuestra religión no es un remate más o menos airoso de sus cimas, ni un broche de oro que lo cierra, ni una de las instituciones que lo embellecen, sino que la Eucaristía, el Sagrario, es todo el cristianismo, es el principio, fin y razón de ser de sus dogmas y su moral, de sus sacrificios y de sus virtudes, de sus bellezas y de sus milagros...
Yo no puedo pensar qué sería un cristianismo sin Eucaris¬tía, porque su Fundador no quiso que lo hubiera. Pero sí digo que el actual cristianismo todo es con, por y para la Eucaristía, y sin ella, no titubeo en decirlo, el cristianis¬mo es nada, de tal modo que puede formularse esta regla cierta: a más frecuencia de Sagrario, más cristianismo; a menos Sagrario menos cristianismo.” (Aunque todos yo no, Beato Manuel González)
Creo que aquí responde y además resume todo. Creo que sería como el principio vital de su espiritualidad eucarístico-reparadora. Y tengamos en cuenta que su mensaje va en perfecta sintonía con lo que se nos ha enseñado desde niños.
Gracias Don Manuel por enseñarnos a amar y consolar al Abandonado del Sagrario.
P. César Piechestein, MED
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