Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

martes, 30 de marzo de 2010

Vivir la Liturgia


La liturgia de la Semana Santa nos brinda la oportunidad de entrar dentro de los misterios de nuestra redención. Para nosotros, sacerdotes, la tentación de caer en un “hacer sin significar” , puede ser muy grande. La semana mayor, tan llena de celebraciones, que por lo mismo que vienen acompañadas de signos, nos son más difíciles de llevar a cabo y de preparar. Esto unido al deber de reconciliar a tantos fieles, que deseosos de cumplir con el precepto pascual, nos reclaman el sacramento, no nos deja mucho espacio para contemplar los misterios que estas celebraciones manifiestan.

Lejos de conformarnos, hemos de buscar aprovechar los pocos momentos que nos queden, para a través de la oración contemplativa y de la meditación de las mismas ceremonias que luego celebraremos, entrar dentro de los momentos más trascendentales de nuestra fe.

Cuando el Jueves Santo celebremos la institución de los Sacramentos del Orden Sacerdotal y de la Eucaristía, y el Viernes Santo el sacrificio del Señor en la Cruz, tendremos la oportunidad de entrar dentro del momento más intenso de nuestra jornada cotidiana: la Santa Misa.

“El Sacrificio de la última Cena, el de la Cruz y el de la Misa, no son tres sacrificios, sino uno solo, o tres oblaciones reales de una sola inmolación: la Cena es la oblación real de Cristo que se ha de inmolar; la Cruz es la oblación real de Cristo inmolándose; la Misa es la oblación real de Cristo inmolado. La primera es el anuncio, la segunda es la inmolación, la tercera es el recuerdo.”( Beato Manuel González)

Es la Misa la razón de nuestro sacerdocio, fuente, centro y culmen de la Iglesia. Seguramente el penetrar en el sentido de las ceremonias de la Semana Santa, nos ayudará a vivir nuestra Misa diaria con una renovada intensidad. Y vivirla desde una auténtica piedad sacerdotal, ayudados de la gracia de estado que nos concede el sacramento del orden.

“¡Que tesoros os descubre y regala la sagrada liturgia cuando realiza y exhibe ese fin y esos caracteres en las modalidades por las que hace pasar Nuestro Señor la materia de su Sacrificio Eucarístico!”(Beato Manuel González)

No me cabe duda que Jesús espera esto y mucho más, y sabiendo que es por amor a El y a la Iglesia que somos sacerdotes, es justo que procuremos vivir profundamente nuestro ministerio en estos días santos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein, MED

Para Jesús en el Sagrario - Desde Guayaquil-Ecuador

lunes, 29 de marzo de 2010

La Eucaristización como programa - Beato Manuel González


Estoy convencido y persuadido de que en la Eucaristización de la escuela, del púlpito, de los centros de acción, de los procedimientos apostólicos, de todo el trabajo y de las orientaciones todas de la vida cristiana está el summum de su seguridad, eficacia y prosperidad, y esta persuación de tal modo me empuja y absorbe, que, hoy por hoy, y Dios sea bendito por ello, cuando pienso, digo, escribo y aliento a esto sólo va:
a que de papeles, obras, niños, viejos, hombres, mujeres y de cuanto me rodee o afecte, brote perennemente en un tono o en otro, y cada cual en su lenguaje, el himno y cántico de la fe, del reconocimiento y del amor al Corazón de Jesús Sacramentado.

domingo, 21 de marzo de 2010

Un Himno Eucarístico cantado por un coro famoso

Ser Misionero Eucarístico - La Parroquia Organizada

Cuando el Beato Manuel González habla sobre la parroquia cabal, luego de afirmar que debe ser un hogar, afirma que para ser auténtica parroquia deberá ser organizada "para saber satisfacer todas las aspiraciones y necesidades de sus hijos, de tal modo que, niños y viejos, ricos y pobres, ocupados y desocupados, sanos y enfermos, ilustrados e ignorantes, todos los grupos que forman la familia de la parroquia, sepan que en ella tienen para cada uno de ellos una hora, un sitio y una atención." (Un Sueño Pastoral).
Cuando nos enfrentamos a la organización de la parroquia, si bien es importante tener todo en orden, desde la secretaría hasta la sacristía, no podemos pensar que sólo importa lo material. El sacerdote así como es padre, es también maestro y guía de una comunidad, de una parte del pueblo de Dios, que no es homogénea. Lo que significará tener que organizarla para poder llegar a cada quien, según sus propias necesidades e intereses. Esta es quizá una de las características más esenciales al sacerdote diocesano. Los religiosos, según el carisma de su familia espiritual, tienen de por sí una labor específica, con un "público", por así decirlo, más delimitado. El sacerdote diocesano tiene que atender a todos los que hacen parte de la parroquia y procurar que los que no son parte, lleguen a serlo porque encuentran un espacio con el que se logran identificar.
"Para pequeñuelos su Congregación y su hora de catecismo, enseñado con gracia de Dios y de la tierra, y ojalá su escuela parroquial; para jóvenes su Juventud Católica; para hombres y mujeres, sus hermandades ..." (Un Sueño Pastoral) . En esta tarea de ofrecer los espacios para cada quien, pueden prestar ayuda, y de hecho lo hacen muy bien, los movimientos apostólicos. Sin embargo, eso no exonera al párroco del cuidado de ese "nucleo espiritual", es decir, de aquellas personas más cercanas al Señor, que son quienes se convierten en la levadura de la parroquia. "Para todos una lluvia y un olor constante de Evangelio, en forma de predicaciones breves y frecuentes y conversaciones familiares sobre El, y ejemplos y generosidades y oración según El." (Un Sueño Pastoral)
A la atención espiritual de estos núcleos eran enviados principalmente los Misioneros Eucarísticos. Cuando llegaban a un pueblo, luego de acompañar al sacerdote, preparaban a estos laicos más comprometidos con charlas piadosas y retiros espirituales, para "hacer a los buenos, mejores" (Beato Manuel).
En conclusión, una parroquia cabal y organizada tendrá una abundante gama de opciones pastorales (grupos, movimientos, hermandades, catequesis, grupos juveniles, etc.) de manera que todos o casi todos puedan encontrar un espacio que les atraiga, con el que se identifiquen, pudiendo comenzar o continuar ahí su camino de formación en la fe. Así la parroquia crecerá, no sólo en número de fieles, sino en la vivencia y el compromiso eclesial. Y desde esta experiencia comunitaria y de desarrollo espiritual, irán cosechandose abundancia de frutos, sobre todo uno muy importante: las vocaciones sacerdotales. De esto hablaremos en otra oportunidad.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein, MED

miércoles, 10 de marzo de 2010

La importancia del Sagrario - Beato Manuel González


El cristianismo es el Sagrario, y aunque ésta no sea la ocasión de demostrarlo, vosotros afirmaréis conmigo que el Sagrario en nuestra religión no es un remate más o menos airoso de sus cimas, ni un broche de oro que lo cierra, ni una de las instituciones que lo embellecen, sino que la Eucaristía, el Sagrario es todo el cristianismo, es el principio, fin y razón de ser de sus dogmas y su moral, de sus sacrificios y sus virtudes, de sus bellezas y sus milagros ...

Yo no puedo pensar qué sería un cristianismo sin Eucaristía, porque su Fundador no quiso que lo hubiera; pero sí digo que el actual cristianismo todo es con, por y para la Eucaristía, y sin ella, no titubeo en decirlo, el cristianismo es nada, de tal modo que puede formularse esta regla cierta: A más frecuencia de Sagrario más cristianismo; a menos Sagrario menos cristianismo.

Pues bien, el pueblo aquel que llenaba nuestros templos y dejó de frecuentar el Sagrario, llegó a olvidar prácticamente que el Sagrario era sobre todo la grande e insustituible casa de comida de las almas y a persuadirse de que era sólo lugar de recreo o tribunar para premiar a los santos o trono altísimo de la majestad de Dios, y terminó por dejar solo el Sagrario para los santos o para los que quieran andar por caminos más estrechos.

Nuestro pueblo llegó a creerse, prácticamente al menos, que podía conservarse en un cristianismo regular y de modestas pretensiones sin Sagrario o sin mucho Sagrario. ¡Que horror! ¡Como si se pudiera vivir sin comer!

(Tomado de "Aunque todos ... yo no" )

miércoles, 3 de marzo de 2010

Ser Misionero Eucarístico - La "Parroquia-Hogar"

La palabra “hogar” nos dice mucho, sobre todo afectivamente. La podemos ver desde su significado del lugar del calor, donde el fuego cumple su tarea de abrigarnos del frío. Pero, en su uso más común “hogar” nos representa la casa paterna, el nido donde crecimos, donde habitamos junto a los seres queridos. Si unimos las dos ideas al concepto de parroquia, tendremos la “Parroquia Hogar”.
Sabemos que el Beato Manuel González, desde su experiencia en Huelva y luego como obispo de Málaga, comprendió la importancia de la parroquia como eje de la vida del cristiano, lugar en que desarrollará su proceso de vida espiritual y comunitaria.
Define a “la Parroquia-hogar de todos, no oficina sólo de partidas y certificados, ni Iglesia sólo para cultos más o menos solemnes y administración de Sacramentos, retribuida o no, ni sólo escuela o cátedra de buenas de buenas enseñanzas y santas predicaciones, sino hogar con todo aquello, sí, pero calentado, perfumado, vivificado por el cariño maternal, que es el más vigilante, fuerte y delicado de todos los cariños …” (Un sueño pastoral, p. 494).

Esta definición de parroquia hogar es claramente un llamado de atención. Basta mirar un poco nuestra realidad para descubrir que la mayoría de nuestras parroquias se encuentran aún muy lejos de ser un hogar para los creyentes. Creo que todos, como sacerdotes y párrocos deseamos que nuestros feligreses se sientan realmente vinculados a su parroquia, pero si esta no es acogedora, si no se ve como un hogar, no será atrayente.
Para los Misioneros Eucarísticos, que en su mayoría además de cumplir con su tarea misionera, también eran párrocos o tenían algún cargo en la diócesis de Málaga, la prioridad pastoral fue siempre la parroquia. Para ser fieles a ese carisma, debemos adoptar el modelo de parroquia que nos propone el fundador.

Creo que para poder irlo concretando de una manera eficaz, podríamos comenzar con nosotros mismos, pues es el párroco quien debe poner el “cariño maternal” del que nos habla el Beato Manuel. Aunque no es fácil, tampoco es demasiado difícil, bastará con pedirle a Jesús Eucaristía que nos enseñe a amar profundamente a las ovejas que El nos ha encomendado, estando dispuestos a hacer todo lo que sea menester para que encuentren su “hogar” en la parroquia.
Lo hacemos por El.

P. César Piechestein, MED

Quienes son los Misioneros Eucarísticos Diocesanos

Son Misioneros, porque van enviados por vuestro padre y pastor, que, no pudiendo hablaros ni consolaros, ni dirigiros a cada uno, se multiplica y se hace representar por esos sus Misioneros.

Son Eucarísticos porque toda su misión se reduce a llevaros junto a la puerta del Sagrario y meteros dentro del Corazón que allí dentro palpita por vosotros para que viváis la vida que de allí brota, que es la vida verdadera y la razón y el principio de todo legítimo bienestar del individuo, de la familia y de la sociedad.

Diocesanos porque la obra que van a realizar no se extiende a un solo pueblo ni a una sola clase de personas, sino a todos los pueblos y a todas las personas que pertenecen a esta diócesis de Málaga, para que personas y pueblos formen en plazo no lejano la diócesis eucarística por antonomasia, en donde Jesús Sacramentado tenga tantos templos cuantos hogares y tantos Sagrarios cuantos corazones y se borre para siempre esa triste lista de pueblos abandonados y de Sagrarios más abandonados que los pueblos.
Que el Corazón de Jesús abandonado de vuestros Sagrarios derrame sobre esta Obra tanta gracia suya que pueda pronto realizar el milagro de la renovación verdadera de nuestros pueblos que no puede venir más que por la reincorporación de los sarmientos, en mal hora cortados, a su vid, y con ella la circulación por todas las almas de nuestra amada diócesis de la savia de la vida, que hace vivir en paz, en justicia y en felicidad sin fin.

(Artes para ser Apòstol, p. 567)