Son Misioneros, porque van enviados por vuestro padre y pastor, que, no pudiendo hablaros ni consolaros, ni dirigiros a cada uno, se multiplica y se hace representar por esos sus Misioneros.
Son Eucarísticos porque toda su misión se reduce a llevaros junto a la puerta del Sagrario y meteros dentro del Corazón que allí dentro palpita por vosotros para que viváis la vida que de allí brota, que es la vida verdadera y la razón y el principio de todo legítimo bienestar del individuo, de la familia y de la sociedad.
Diocesanos porque la obra que van a realizar no se extiende a un solo pueblo ni a una sola clase de personas, sino a todos los pueblos y a todas las personas que pertenecen a esta diócesis de Málaga, para que personas y pueblos formen en plazo no lejano la diócesis eucarística por antonomasia, en donde Jesús Sacramentado tenga tantos templos cuantos hogares y tantos Sagrarios cuantos corazones y se borre para siempre esa triste lista de pueblos abandonados y de Sagrarios más abandonados que los pueblos.
Que el Corazón de Jesús abandonado de vuestros Sagrarios derrame sobre esta Obra tanta gracia suya que pueda pronto realizar el milagro de la renovación verdadera de nuestros pueblos que no puede venir más que por la reincorporación de los sarmientos, en mal hora cortados, a su vid, y con ella la circulación por todas las almas de nuestra amada diócesis de la savia de la vida, que hace vivir en paz, en justicia y en felicidad sin fin.
Que el Corazón de Jesús abandonado de vuestros Sagrarios derrame sobre esta Obra tanta gracia suya que pueda pronto realizar el milagro de la renovación verdadera de nuestros pueblos que no puede venir más que por la reincorporación de los sarmientos, en mal hora cortados, a su vid, y con ella la circulación por todas las almas de nuestra amada diócesis de la savia de la vida, que hace vivir en paz, en justicia y en felicidad sin fin.
(Artes para ser Apòstol, p. 567)
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