Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

viernes, 23 de abril de 2010

Orar y dar testimonio por las vocaciones

Mañana celebraremos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. La Iglesia que reconoce su misión eucaristizadora del mundo, sabe que sin sacerdotes no puede cumplirla. Nosotros no podemos sino asumir como una de nuestras prioridades el cultivar en los jóvenes el deseo de cumplir en su vida el plan de Dios. Será a través de nuestro testimonio que ayudaremos a aquellos que el Señor se haya escogido, a descubrir el llamado. Con motivo de esta jornado, el Papa ha escrito una carta en la que nos recuerda los tres aspectos que harán posible a los jóvenes el descubrir su vocación, siempre partiendo del testimonio de los mismos sacerdotes.

"Me es grato recordar lo que escribió mi venerado Predecesor Juan Pablo II: “La vida misma de los presbíteros, su entrega incondicional a la grey de Dios, su testimonio de servicio amoroso al Señor y a su Iglesia —un testimonio sellado con la opción por la cruz, acogida en la esperanza y en el gozo pascual—, su concordia fraterna y su celo por la evangelización del mundo, son el factor primero y más persuasivo de fecundidad vocacional” (Pastores dabo vobis, 41). Se podría decir que las vocaciones sacerdotales nacen del contacto con los sacerdotes, casi como un patrimonio precioso comunicado con la palabra, el ejemplo y la vida entera."

El primero de esos aspectos es la profunda amistad que debe existir entre el sacerdote y Jesús Sacramentado. Esta amistad que se cultiva a través de la oración constante y sobre todo de la unión con Jesús en la Eucaristía, misterio central de nuestra fe y del ministerio sacerdotal. Recordamos aquí el llamado del Beato Manuel a ser Sacerdotes-Hostia.
El segundo aspecto es la entrega total. Ciertamente en la cultura de hoy, donde se pormueve el individualismo, es dificil que las nuevas generaciones se convenzan de entregar su vida por entero. La Vocación nos llama a una entrega total a Dios y será el ejemplo del sacerdote, del párroco, que cada día entrega su vida de lleno al servicio de Dios y de la Iglesia, lo que servirá como modelo y motivación.
El tercer aspecto es la comunión. El sacerdote no es un solterón, un solitario, sino un hombre abierto, capaz de cultivar amistad y fraternidad. Hermano y amigo de todos, al servicio de todos. Viviendo con alegría la vocación a la que ha sido llamado.
"Todo presbítero, todo consagrado y toda consagrada, fieles a su vocación, transmiten la alegría de servir a Cristo, e invitan a todos los cristianos a responder a la llamada universal a la santidad. Por tanto, para promover las vocaciones específicas al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa, para hacer más vigoroso e incisivo el anuncio vocacional, es indispensable el ejemplo de todos los que ya han dicho su “sí” a Dios y al proyecto de vida que Él tiene sobre cada uno. El testimonio personal, hecho de elecciones existenciales y concretas, animará a los jóvenes a tomar decisiones comprometidas que determinen su futuro. Para ayudarles es necesario el arte del encuentro y del diálogo capaz de iluminarles y acompañarles, a través sobre todo de la ejemplaridad de la existencia vivida como vocación. Así lo hizo el Santo Cura de Ars, el cual, siempre en contacto con sus parroquianos, “enseñaba, sobre todo, con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar” (Carta para la convocación del Año Sacerdotal, 16 junio 2009).

Hoy y siempre el testimonio es el fermento que la Iglesia necesita. Como Misioneros Eucarísticos y siguiendo los pasos de Don Manuel, vivamos a cabalidad nuestro sacerdocio y veremos brotar en nuestras comunidades, abundantes vocaciones sacerdotales y religiosas. Hombres y mujeres dispuestos a entregarse por entero a la misión de llevar a todos hasta el Sagrario.

P. César Piechestein, MED

martes, 20 de abril de 2010

Nuestro lugar : el Sagrario

Dicen que hay un lugar para cada cosa y hay que poner cada cosa en su lugar. Definitivamente no se puede discutir contra esta afirmación. Pero ¿se puede aplicar también a las personas?

No podemos negar que cada quien tiene SU lugar, es decir, ese espacio donde se encuentra plenamente cómodo, donde encuantra paz,donde siempre quisiera estar, es como su eje. Puede ser su escritorio, su dormitorio, frente al televisor o la computadora, su lugar de trabajo, su auto, etc.

Y si a ese lugar tan especial le unimos la compañía de la persona amada, es todavía mucho más deseable el permanecer en ese, nuestro lugar, nuestro puesto. Ese lugar nos define, es como que habla de nosotros, nos describe. Según todo lo anterior ¿cuál debería ser el lugar del sacerdote?

¡El sacerdote y el Sagrario! ¡Dios mío! ¡Lo que da que decir y que pensar y que amar y que agradecer y que derretirse la unión de esas dos palabras!¡Sin sacerdocio no hay Sagrario!
(Beato Manuel González, "Que hace y que dice el Corazón de Jesús en el Sagrario")

Efectivamente, no existe otro lugar más propio del sacerdote.
Es nuestro eje, pues el día de nuestra ordenación nos hemos consagrado a Él y por eso nuestra vida toda debe girar alrededor de Él.
Es nuestro lugar de descanso, como un oasis, donde retornamos a cada momento, sino siempre físicamente, por lo menos espiritualmente, para beber y refrescarnos, para descansar y recobrar fuerzas.
Es el espacio de encuentro con el amigo, con el ser más amado, donde queremos estar siempre pues jamás nos cansa su compañía. Es con Jesús Sacramentado que nos sentimos completos, que todo lo que hacemos toma sentido, porque ha sido Él quien nos lo ha pedido, nos lo ha inspirado.
Es verdad que tenemos tanto que hacer, es verdad que tantos nos esperan, pero también es verdad que tenemos derecho a estar con Él.

Hoy, como siempre, para vivir intesamente nuestro sacerdocio, para renovar cada día el amor a nuestro ministerio, para poder ser verdaderamente otros Cristos en el mundo, debemos saber estar junto al Sagrario. Como lo hizo el apóstol Juan permaneciendo al pie de la Cruz.

lunes, 12 de abril de 2010

En que se parecen y se diferencian una Hostia Consagrada y un Sacerdote

En que se parecen
En lo que son y en lo que hacen. Una y otro son :

1.- Portador de Cristo; aquella sustancialmente, éste en su palabra y en su poder y en su ejemplo o imitación, tanto de Dios como de Hombre.

2.- Ocultador de Jesucristo; la una tras sus especies, el otro tras su flaqueza física, moral y espiritual. ¡Que designio tan misterioso y tan eficazmente misericordioso! Dios dándose a conocer ocultándose; primero en el seno de una Virgen, después en un pesebre y bajo pañales, más tarde triunfando sobre una pollina y luego sobre una Cruz, y, para darse a conocer perpetuamente, y precisamente en ese conocimiento consiste la vida que El trajo, ocultándose perpetuamente en la Eucaristía y en el sacerdote.

3.- Manifestador de Jesucristo: ¡Que bien venía a la soberbia del hombre, enfermo de esa sola enfermedad, llegar al conocimiento del amor de Dios, por el silencio y la abnegación de la Eucaristía y por la flaqueza del sacerdote!

En que se diferencian
Las especies sacramentales son mudas e insensibles; el hombre sacerdote tiene lengua, cabeza, corazón, alma. Los accidentes sacerdotales tienen esta ventaja sobre los sacramentales, de dar compañía consciente y gustosa al Divino Ocultado. Y ahí mismo está el peligro de su desventaja; el color, olor, etc., de la Hostia no pueden darle gusto, pero tampoco disgusto ni contrariedad, mas los otros sí. ¡Que valor el del amor del Corazón de Jesús entregándose a la custodia y defensa de unos accidentes de pan, pero cuánto mayor al confiarse al hombre del sacerdote!

Cuando se corrompen las especies sacramentales, se presentan los gusanos y Jesús se va. Cuando se corrompe el sacerdote, ¡en medio de los gusanos Jesús sigue viviendo!

Sacerdotes, hermanos míos, ¿habéis meditado en la pena y en la humillación del asco del limpísimo Jesús llevado, ocultado, y manifestado entre gusanos? Y por eso mismo, ¿en el empeño tan vivo que tiene de vuestra amistad tierna y fiel?

Beato Manuel González
( tomado de “Que hace y que dice el Corazón de Jesús en el Sagrario”)