Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

jueves, 7 de agosto de 2014

Eucaristía: ¿Manjar para santos o remedio para pecadores?

Nadie discute que lo más grande que Dios entregó a la Iglesia es su Hijo, y Jesucristo decidió quedarse presente en ella en la Eucaristía. Pero ¿tenemos claro cuál es el objetivo de esa presencia? ¿Es acaso un privilegio para aquellos más puros, más fieles? ¿Es, más bien, el remedio a la debilidad de los pecadores? Comprender esto puede permitirnos aprovechar al máximo tan gran regalo.

Hemos de empezar afirmando que todos somos pecadores, lo que nos distingue es el arrepentimiento y el propósito de conversión que tengamos. Quien no esté dispuesto a renunciar a su pecado, se priva voluntariamente de recibir un alimento espiritual que requiere limpieza de alma. Por eso es que Cristo nos dejó también el sacramento de la Reconciliación, ya que una vez absueltos de nuestras culpas podemos acercarnos a comulgar. En gracia de Dios, aunque siempre en calidad de pecadores.

Cristo mismo afirmó que no necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Los santos fueron pecadores (como todos) que vivieron heroicamente la fe, y combatieron valientemente las tentaciones. Amaron sin límites, muchos incluso hasta derramar su sangre, siempre decididos a darlo todo por Cristo. Y ¿qué fue lo que les dio semejante fortaleza?, pues precisamente la Eucaristía, que muchísimos de ellos procuraban recibir a diario.

Por lo tanto, la próxima vez que vaya usted a Misa recuerde que Él está ahí esperando también por usted. Si revisando su conciencia descubre que hizo algo que ha manchado su alma, primero acérquese a confesar y reconcíliese con Jesús. Basta con eso para poder recibir el más grandioso de los manjares. Nunca se conforme con simplemente asistir al Banquete, sin comer de Él. Y comiendo tendrá la fuerza para conservarse en amistad con Dios, comulgando cada día, si de verdad quiere llegar a la santidad (que es lo mismo que ser auténticamente feliz).


Hasta el Cielo.

P. César Piechestein, MED
@elcuradetodos