Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

viernes, 21 de mayo de 2010

La Palabra de Dios en el Beato Manuel González (tercera parte)

D. MANUEL, OBISPO Y MINISTRO DE LA PALABRA:

- La plenitud sacerdotal que el Beato Manuel recibió al ser consagrado Obispo en 1916, propició que su anuncio de la Palabra en su ministerio pastoral en Málaga primero y posteriormente en Palencia, alcanzase un rango (por llamarlo de alguna manera) oficial y de primacía en su condición de sucesor de los apóstoles

- Y su ministerio episcopal lo desarrolla siguiendo e imitando los ejemplos de Jesús en el Evangelio, predicando por las calles, buscando especialmente a los más pobres y alejados, dando pan y catecismo; e incluso para señalar la situación con que se encuentra en Málaga, tomará del Evangelio de San Juan, al narrar la resurrección de Lázaro, la forma de decirlo: “MALAGA APESTA”.

- Obras predilectas de D. Manuel que surgen durante su pontificado en la capital de la Costa del Sol, serán los Misioneros eucarísticos diocesanos, las Marías Nazarenas y el Seminario del Corazón Eucarístico de Jesús. Amabas obras hunden sus raíces en la Palabra de Dios.

- Los Misioneros eucarísticos diocesanos (establecidos por el Beato en 1918), serían en el pensamiento de D. Manuel, los que tendrían como labor dejar caer una “lluvia menuda”, tras la lluvia torrencial de las misiones populares. Este detalle, con el gracejo tan propio que le caracterizaba, recuerda, o mejor dicho es reflejo del texto del Profeta Isaías que dice así: “Como bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allí de vacío, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y produzca pan para comer, así será la palabra de mi boca: no tornará a mí de vacío, pues realizará lo que me he propuesto y será eficaz en lo que le mande…”

- Las Marías Nazarenas (actualmente Misioneras Eucarísticas de Nazaret), se denominan así porque el nombre de Nazaret dice mucho a su alma, y pide a Jesús lo siguiente: “Corazón de Jesús, que tu “Nazaret” sea escuela para aprender a hablar como Tú en el Evangelio y a callar como Tú en el Sagrario. Madre Inmaculada, pide al Espíritu Santo que sea el Maestro de esta escuela

- El libro titulado “Un sueño pastoral”, es a la par que un diario de las vicisitudes acaecidas con motivo de la construcción del Seminario de Málaga, una expresión del amor que el Beato Manuel profesaba al sacerdocio. Para quienes allí se formaban y preparaban para ser los futuros pastores de las almas, D. Manuel quería una acertada preparación escriturística, pero con la originalidad y dulzura propias del Evangelio. Hojeando las páginas podemos leer al respecto: “Los maestros que aquí enseñan pueden gloriarse de tener por modelo e iniciador al Maestro de los maestros, a nuestro Señor Jesucristo… ¿Cómo enseñaba este verdadero único Maestro?... Al augusto ejemplo de nuestro Señor Jesucristo unamos la autoridad de su Iglesia que por boca de su Pontífice Pío X de santa memoria encarga a los profesores de Sagrada Escritura que en la enseñanza de la misma prefieran a las elucubraciones especulativas la inculcación de lo que atañe a la fe y a las costumbres y que más que a formar hombres versados en la ciencia sagrada, con ser ésta tan importante, atiendan a conformar a sus alumnos con el ejemplo y la vida de nuestro Señor Jesucristo y los apóstoles…”

- Las dolorosas pruebas del incendio del Palacio episcopal, el destierro y el estar alejado de su grey, supondrán para D. Manuel compartir con Cristo las escenas dolorosas del Evangelio. Siendo un curilla joven, cuando escribe “Lo que puede un cura hoy”, parece que auguraba lo que amargamente tuvo que sufrir al decir: “No es hora de morir, es hora de vivir para pelear, para predicar, para hacer bien por las almas…hora de sembrar…aunque no se vea el fruto; es hora de echarse la cruz sobre los hombros y llevarla por todas partes para que la vean los hombres y no la olviden, sin temor tampoco de que un día cualquiera arranquen los sayones de la revolución triunfante esa cruz de las espaldas… y, fijándola en cualquier calvario formado por los peñascos de muchas ingratitudes, lo claven y den muerte…

- Años de silencio aparente, pero años de fecundidad espiritual. Es buscado, para solicitar su consejo, por hombres y mujeres, fundadores y santos. Se hace realidad en él la parábola de la tierra buena que da fruto el ciento por uno, etc.

- La tranquilidad y sosiego de Castilla, la que le proporcionará paisajes y personajes que identificará con los del Evangelio, serán la preparación para convertirse en el grano que se pudre para dar más fruto. Pedirá allí un rincón de tierra, más fecunda si cabe por estar iluminada por la luz perenne del Sagrario, para en ella reposar por siempre, pero predicando siempre desde las acertadas frases de su epitafio.


viernes, 14 de mayo de 2010

La Palabra de Dios en el Beato Manuel González (segunda parte)


DESARROLLO DE LA VOCACIÓN DE HOMBRE DE LA PALABRA:

- Después del episodio de Palomares, que para D. Manuel fue una ruptura con las ilusiones que lógicamente se había forjado en su etapa de seminarista y primeros meses de cura recién ordenado: “De mí sé deciros que aquella tarde, en aquel rato de Sagrario, yo entreví para mi sacerdocio una ocupación en la que antes no había soñado… ”

- Ocupación que comienza a ejercitar con los ancianos de las Hermanitas de los pobres de Sevilla, en sus escaramuzas de predicador por diversas poblaciones, hasta que llega a Huelva.
- Y tras las duras impresiones de su llegada a la capital onubense, ¿por donde empezar? Empezará por la porción elegida por el Señor en los Evangelios, por los niños, con su labor catequética que también será innovadora, introduciendo las escenificaciones del Evangelio a cargo de sus “chaveas”.

- Hemos de notar que este acercamiento acertado a las páginas del Evangelio, vibrando y haciendo vibrar con ellas; es muy característico del Bto. Manuel, todas sus páginas están envueltas de estas vibraciones evangélicas. Me atrevería a decir que al igual que en la Liturgia fue un precursor de la renovación acaecida con el Concilio Vaticano II; en el terreno escriturístico fue también precursor. Los años en que vivió nuestro Beato, no eran muy propicios al acercamiento de los fieles (y tampoco de los sacerdotes y consagrados) a las páginas frescas y lozanas de la Sagrada Escritura. Este acercamiento de los miembros de la Iglesia a la Biblia (tal como hoy lo entendemos), sería muy posterior al fallecimiento de Don Manuel en 1940.

- La piedad tanto de los fieles como de los consagrados, en los años que transcurre la vida de nuestro Beato (1877-1940), era muy poco dada al acercamiento a las fuentes de la Escritura. En éste sentido, D. Manuel insisto en que fue precursor, ya que supo conjugar en sus obras los aspectos pietistas y devotos de su época (devocionarios, manuales, etc) con la cercanía a la Sagrada Escritura, basando y fundamentando sus obras en ella. Los lectores de las obras de D. Manuel, pueden acercarse especialmente a los Santos Evangelios, de una manera cercana y atrayente, rompiendo cualquier esteriotipo o prejuicio que pudiera existir sobre la Palabra de Dios.

- Y la soltura y facilidad con que se expresa en sus escritos, el mismo D. Manuel diría dos meses antes de morir a las Marías de Zaragoza, en una conferencia, que, cuando se ponía a escribir del Sagrario y del Evangelio, corría la pluma sin parar, pero si tenía que hacerlo de asuntos oficiales ya estaba mucho más premioso.

- De la etapa previa a su consagración episcopal podríamos señalar que de su afán de llevar la Palabra de Dios a los fieles, al tiempo que hacerles amara, adorar y reparar a Cristo Sacramentado, brota “El Granito de arena” en 1907; que como su misma denominación indica quiere ser una cosa pequeña pero precisa para la construcción de un edificio. Sus artículos en esta revista, expresan su gracejo propio y particular pero siempre en torno a Cristo, a quien el llamaba respetuosa y cariñosamente el AMO.

- Al alcance de nuestra mano, está la lectura atenta y reposada de la disertación pronunciada por el Beato en la Semana Social de Sevilla en 1908, en que frente a un amplio auditorio formado por lo más selecto del episcopado español de entonces, se enfrenta este joven sacerdote de tan solo 31 años, para presentar lo que a su juicio debe ser “la acción social de un cura”, diciendo: “Y allá va mi teoría. Que no es mía, sino del Evangelio, en donde la he aprendido …”

- De ésta brillante y muy aplaudida disertación de D. Manuel, su biógrafo más autorizado, D. José Campos Giles, en su obra “El Obispo del Sagrario abandonado”, señala: “Brillante triunfo de lo sobrenatural por encima de todas las soluciones humanas. El Evangelio tantas veces olvidado. Los pescadores de Galilea, pobres, pero multimillonarios de la Gracia de Dios, ignorantes pero caldeados de la llama de Pentecostés, que arrastran el mundo hacia la Cruz”

- Así mismo, el calor del Evangelio, está presente en la fundación y denominación de la Obra que surge en Huelva el 4 de Marzo de 1910. Por los Evangelios mira al Calvario y al contemplar los numerosos Calvarios, tantos como Sagrarios abandonados, a lo ancho y largo del mundo; los miembros de la nueva Obra serán “Marías” como las del Evangelio y “Juanes”, como el discípulo amado y autor del cuarto Evangelio.

DISERTACIÓN PRONUNCIADA EN EL ENCUENTRO DE ASESORES Y SACERDOTES DE LA UNIÓN EUCARÍSTICA REPARADORA

CERCEDILLA (MADRID), 5 DE FEBRERO DE 2009.



viernes, 7 de mayo de 2010

La Palabra de Dios en el Beato Manuel González (primera parte)

“¡Ay de mi si no evangelizare!” , proclama San Pablo; y creo que podríamos poner en labios del Beato Manuel:”¡Ay de mi si no eucaristizare!”, entendiendo según su estilo de escribir, el eucaristizar con el evangelizar; ya que en la doctrina de Don Manuel González –como podremos apreciar a lo largo de ésta reflexión o disertación-, ambos verbos, evangelizar y eucaristizar son sinónimos, equivalen pues, a lo mismo; o dicho en términos de filología, indican la misma acción.

El Beato Manuel González, como intentaremos demostrar, fue un hombre de la Palabra de Dios, seducido y envuelto por ella; y anunciador constante de la misma.
Acudiendo a la Sagrada Biblia, a la misma Palabra de Dios, encontramos, y por tanto podemos conocer diferentes llamamientos o vocaciones para ser “hombres” o “ministros” de la Palabra.

Ejemplos clásicos de estos llamamientos o elecciones por parte de Dios, pueden ser en el Antiguo Testamento, los de Abraham, Moisés, Samuel, los Profetas Isaías, Jeremías o Amós; y en el Nuevo Testamento, los de Juan el Bautista y Saulo de Tarso, por citar algunos.

Siempre, indefectiblemente, se da en ellos, una predilección manifiesta de Dios, que llama y envía, aún teniendo en cuenta las limitaciones de las que son conscientes estos sujetos .

En la vida del Beato Manuel González siempre habrá un antes y un después de la escena tenida lugar junto al Sagrario de Palomares del Río en la fecha del 2 de Febrero de 1902. Ciertamente somos conscientes de que su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 21 de Septiembre de 1901, supuso para D. Manuel la confirmación oficial y eclesial de su condición de ministro de la Palabra.
Ahora bien, previa a su ordenación sacerdotal, sabemos por sus biógrafos así como por los testigos de su causa de Beatificación, que ya siendo seminarista se ejercitaba en la catequesis (especialmente entre niños y jóvenes); así como en el ejercitar sus dotes de escritor (de lo cual no tenemos duda al considerar sus obras) participando en un periódico fundado para defender los valores católicos y por tanto genuinamente evangélicos; me refiero al “Correo de Andalucía” fundado por el Beato Cardenal Marcelo Spínola . En sus páginas participaba bajo el pseudónimo de “Gonzalo de Sevilla”.

En su formación académica y teológica, cursada en el Seminario de Sevilla, observamos que las asignaturas de Historia Sagrada, como de Sagrada Escritura (tanto teórica como práctica), obtuvo una calificación de “meritissimus” (al igual que en el resto de materias. Luego, podemos afirmar que tenía una preparación concisa, adecuada y práctica de las Sagradas Escrituras, que le servirá, sobremanera, en su ministerio pastoral y en sus obras. Una y otra vez acudirá a las Sagradas Escrituras, y de ellas se servirá para desarrollar sus inquietudes eucarísticas y pastorales.

Decíamos antes que siempre, en la vida de D. Manuel habrá un antes y un después de la fecha de su encuentro con Jesús en el Sagrario de Palomares. Previo a esta fecha, hemos podido observar una adecuada y certera preparación escriturística; pero será a partir de esta fecha (2-2-1902), cuando todos sus proyectos e ilusiones pastorales cambien de rumbo, o mejor dicho, marquen un rumbo preciso y exacto: la búsqueda de reparación al abandono del Sagrario, y uno de los caminos que escoge para reparar este abandono es la vía del Evangelio (como reflejará en la mayoría de sus obras y publicaciones).

Será mejor que él mismo nos cuente su experiencia: “…Allí de rodillas ante aquel montón de harapos y suciedades, mi fe veía a través de aquella puertecilla apolillada, a un Jesús tan callado, tan paciente, tan desairado, tan bueno, que me miraba.. Sí, parecíame que después de recorrer con su vista aquel desierto de almas, posaba su mirada entre triste y suplicante, que me decía mucho y me pedía más… ”

Habla, por vez primera de la mirada de Cristo, que es capaz de encontrar también en determinadas escenas del Evangelio. La lectura y meditación de las páginas evangélicas le llevaran a una perspicacia (que podemos llamar bien psicológica, bien mística) que se introduce tan de lleno en esas escenas que es capaz de percibir la mirada de Cristo, sus sentimientos internos y hasta las palpitaciones de su Corazón. Ejemplo de ello, lo tenemos en “QUE HACE Y QUE DICE EL CORAZÓN DE JESÚS EN EL SAGRARIO” donde nos habla de las miradas de Jesús al joven rico (Mc 10, 21), a Pedro tras su negación (Lc 22,61), sobre Jerusalén cuando llora (Lc 19,41-44) o cuando se dirige a la hemorroísa (Mt 9, 22); de las palpitaciones del Corazón de Cristo habla en “Así ama Él”. Al prologar esta última obra que hemos mencionado, dice su sobrino, D. José María González Ruiz: “Se ha pasado la vida, como el discípulo predilecto, reclinado sobre el pecho del Amado, e iba contando una a una, en la hora silenciosa del amor, las palpitaciones del corazón de Cristo. Se las sabía de memoria…”


DISERTACIÓN PRONUNCIADA EN EL ENCUENTRO DE ASESORES Y SACERDOTES DE LA UNIÓN EUCARÍSTICA REPARADORA
CERCEDILLA (MADRID), 5 DE FEBRERO DE 2009.