D. MANUEL, OBISPO Y MINISTRO DE
- La plenitud sacerdotal que el Beato Manuel recibió al ser consagrado Obispo en 1916, propició que su anuncio de
- Y su ministerio episcopal lo desarrolla siguiendo e imitando los ejemplos de Jesús en el Evangelio, predicando por las calles, buscando especialmente a los más pobres y alejados, dando pan y catecismo; e incluso para señalar la situación con que se encuentra en Málaga, tomará del Evangelio de San Juan, al narrar la resurrección de Lázaro, la forma de decirlo: “MALAGA APESTA”.
- Obras predilectas de D. Manuel que surgen durante su pontificado en la capital de
- Los Misioneros eucarísticos diocesanos (establecidos por el Beato en 1918), serían en el pensamiento de D. Manuel, los que tendrían como labor dejar caer una “lluvia menuda”, tras la lluvia torrencial de las misiones populares. Este detalle, con el gracejo tan propio que le caracterizaba, recuerda, o mejor dicho es reflejo del texto del Profeta Isaías que dice así: “Como bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allí de vacío, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y produzca pan para comer, así será la palabra de mi boca: no tornará a mí de vacío, pues realizará lo que me he propuesto y será eficaz en lo que le mande…”
- Las Marías Nazarenas (actualmente Misioneras Eucarísticas de Nazaret), se denominan así porque el nombre de Nazaret dice mucho a su alma, y pide a Jesús lo siguiente: “Corazón de Jesús, que tu “Nazaret” sea escuela para aprender a hablar como Tú en el Evangelio y a callar como Tú en el Sagrario. Madre Inmaculada, pide al Espíritu Santo que sea el Maestro de esta escuela”
- El libro titulado “Un sueño pastoral”, es a la par que un diario de las vicisitudes acaecidas con motivo de la construcción del Seminario de Málaga, una expresión del amor que el Beato Manuel profesaba al sacerdocio. Para quienes allí se formaban y preparaban para ser los futuros pastores de las almas, D. Manuel quería una acertada preparación escriturística, pero con la originalidad y dulzura propias del Evangelio. Hojeando las páginas podemos leer al respecto: “Los maestros que aquí enseñan pueden gloriarse de tener por modelo e iniciador al Maestro de los maestros, a nuestro Señor Jesucristo… ¿Cómo enseñaba este verdadero único Maestro?... Al augusto ejemplo de nuestro Señor Jesucristo unamos la autoridad de su Iglesia que por boca de su Pontífice Pío X de santa memoria encarga a los profesores de Sagrada Escritura que en la enseñanza de la misma prefieran a las elucubraciones especulativas la inculcación de lo que atañe a la fe y a las costumbres y que más que a formar hombres versados en la ciencia sagrada, con ser ésta tan importante, atiendan a conformar a sus alumnos con el ejemplo y la vida de nuestro Señor Jesucristo y los apóstoles…”
- Las dolorosas pruebas del incendio del Palacio episcopal, el destierro y el estar alejado de su grey, supondrán para D. Manuel compartir con Cristo las escenas dolorosas del Evangelio. Siendo un curilla joven, cuando escribe “Lo que puede un cura hoy”, parece que auguraba lo que amargamente tuvo que sufrir al decir: “No es hora de morir, es hora de vivir para pelear, para predicar, para hacer bien por las almas…hora de sembrar…aunque no se vea el fruto; es hora de echarse la cruz sobre los hombros y llevarla por todas partes para que la vean los hombres y no la olviden, sin temor tampoco de que un día cualquiera arranquen los sayones de la revolución triunfante esa cruz de las espaldas… y, fijándola en cualquier calvario formado por los peñascos de muchas ingratitudes, lo claven y den muerte…”
- Años de silencio aparente, pero años de fecundidad espiritual. Es buscado, para solicitar su consejo, por hombres y mujeres, fundadores y santos. Se hace realidad en él la parábola de la tierra buena que da fruto el ciento por uno, etc.
- La tranquilidad y sosiego de Castilla, la que le proporcionará paisajes y personajes que identificará con los del Evangelio, serán la preparación para convertirse en el grano que se pudre para dar más fruto. Pedirá allí un rincón de tierra, más fecunda si cabe por estar iluminada por la luz perenne del Sagrario, para en ella reposar por siempre, pero predicando siempre desde las acertadas frases de su epitafio.
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