Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

miércoles, 25 de agosto de 2010

Don Manuel nos invita a vestir una buena cara

He escuchado a muchos hablar sobre el valor de la sonrisa, o de còmo influye en nuestro ànimo el pensar positivamente. Todo muy interesante, pero siempre sin despegar del suelo, pensamientos muy humanos y a veces hasta con un toque "new age". Nuestro querido obispo no podría ser así. Su pedagogía, si bien parte de lo cotidiano, de lo natural, nunca se queda ahí. Les invito a leer estos pensamientos suyos y me darán la razón.

¿Quién no gusta llevar colgada una buena medalla?

Se me ocurre proponer a los amigos acuñar una medalla de gran efecto.

Y llega mi atrevimiento hasta a proponer la materia y el dibujo o contenido de la medalla; después los artistas y el jurado decidirán.

Y así propongo como materia de la medalla la carne, los músculos y los nervios de la cara de uso de cada persona, y para dibujo, la mejor cara que cada uno pueda poner con la ayuda de la gracia de Dios y de su buena voluntad.

¿No os parece que sería buena muestra de nuestra Fe y Caridad de cristianos presentar cada cristiano perennemente, por la mañana y por la tarde, con calor y con frío, con bueno y mal humor una buena cara igual, en lugar de la avinagrada, asustada, iracunda, blanducha, melancólica a que cada hora del día y cada cambio de tiempo o de los nervios suelen presentar no pocos hermanos redimidos?

¡Hermanos, a hacer constar con nuestra buena cara habitual que hasta ella llegó la Redención!

Somos redimidos y es ese el fundamento de nuestra felicidad. Nada ni nadie nos puede quitar esa gran verdad. Nuestra buena cara no será nunca fruto de cosas efímeras o afectos humanos. Nuestro eje, nuestra felicidad está en que somos amados y que ese amor que Dios nos tiene le ha llevado a morir en la Cruz para salvarnos. ¡Cómo no llevar siempre una buena cara!

Cristo es nuestro alimento, nuestro bebida - San Columbano, abad



Escuchad, amados hermanos, mis palabras; escuchadlas bien, como si se tratara de algo que os es muy necesario; saciad vuestra sed con el agua de la fuente divina de la que os voy a hablar; desead este agua y no dejéis que vuestra sed se extinga; bebed y no os creáis nunca saciados; nos está llamando el que es fuente viva, el que es la fuente misma de la vida nos dice: El que tenga sed que venga a mí, y que beba.

Entended bien de qué bebida se trata: escuchad lo que, por medio de Jeremías, os dice aquel que es la misma fuente: Me han abandonado a mí, la fuente de aguas vivas -oráculo del Señor-. El mismo Señor, nuestro Dios Jesucristo, es la fuente de la vida, por ello nos invita a sí como a una fuente para que bebamos de él. Bebe de él quien lo ama, bebe de él quien se alimenta con su palabra, quien lo ama debidamente, quien sinceramente lo desea, bebe de él quien se inflama en el amor de la sabiduría.

Considerad de dónde brota esta fuente: brota de aquel mismo lugar de donde descendió nuestro pan; porque uno mismo es nuestro pan y nuestra fuente, el Hijo único, nuestro Dios, Cristo el Señor, de quien debemos estar siempre hambrientos. Aunque nos alimentemos de él por el amor, aunque lo devoremos por el deseo, continuemos hambrientos deseándolo. Bebamos de él como si se tratara de una fuente, bebámoslo con un amor que nos parezca siempre susceptible de aumento, bebámoslo con toda la fuerza de nuestros deseos y deleitémonos con la suavidad de su dulzura.

Pues el Señor es suave y es dulce; aunque lo hayamos comido y lo hayamos bebido, no dejemos de estar hambrientos y sedientos de él, pues este manjar jamás es totalmente comido, ni esta bebida jamás es agotada; aunque se le coma, jamás se consume; aunque se le beba, jamás se le agota, porque nuestro manjar es eterno y nuestra fuente perenne y siempre deliciosa. Por eso dice el profeta: Los que estáis sedientos, venid a la fuente, pues esta fuente es la fuente de los sedientos, no la de los que se sienten saturados; por ello, a aquellos que tienen hambre -que son aquellos mismos a quienes en otro lugar proclaman dichosos- los llama a sí y convoca a aquellos que nunca han quedado saciados de beber, sino que cuanto más beben, más sedientos se sienten.

Por eso, hermanos, hemos de desear siempre, hemos de buscar y amar siempre a aquel que es la Palabra de Dios, fuente de sabiduría, que tiene su asiento en las alturas, en quien, como dice el Apóstol, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia yque no cesa de llamar a los que están sedientos de esta bebida.

Si estás sediento, bebe de esta fuente de vida; si tienes hambre, come de este pan de vida. Dichosos los que tienen hambre de este pan y sed de esta fuente; estos hambrientos y sedientos, por mucho que coman y beban, siempre buscan saciar aún más plenamente su hambre y su sed. Sin duda debe ser muy dulce aquel manjar y aquella bebida que por mucho que se coma y que se beba continúa aún deseándose y cuyo gusto no cesa de excitar el hambre y la sed. Por ello dice el profeta rey:

Gustad y ved qué dulce, qué bueno es el Señor.

viernes, 20 de agosto de 2010

2.º- ACTUALIDAD DE LA LABOR DE LOS MISIONEROS EUCARÍSTICOS DIOCESANOS:

- Evidentemente, las circunstancias de las últimas décadas en la iglesia, referentes a un progresivo descenso de las vocaciones sacerdotales, quizás podrían desalentar en el intento de volver a poner en marcha la labor de los Misioneros Eucarísticos Diocesanos.
- Pero, analizando las circunstancias concretas que impulsaron al Beato Manuel, a poner en marcha ésta Obra sacerdotal, que se sitúa en perfecta línea de continuidad con el resto de la Obra por él iniciada en Huelva en 1910 (y que culminaría con la fundación del Instituto de Hermanas Marías Nazarenas –hoy “Misioneras Eucarísticas de Nazaret”- en Málaga, el año 1921); nos parece que haciendo un análisis y reflexión actual sobre la vivencia y participación del Misterio eucarístico por parte de los fieles, sobre el desarrollo y fomento de su vida espiritual, así como el servicio, cercanía, compañía y práctica de la dirección espiritual entre los sacerdotes; podemos incidir, en que la reactivación de la Obra de los Misioneros Eucarísticos Diocesanos, responde a unas necesidades que siguen latentes en la Iglesia.
- Vamos a intentar hacer un esbozo, de lo que, a nuestro pobre juicio, podría ser hoy la Obra de los Misioneros Eucarísticos Diocesanos.


2º.- A) ESPIRITUALIDAD DE LOS MISIONEROS EUCARÍSTICOS DIOCESANOS:

- Al ser sacerdotes que viven en un presbiterio particular bajo la guía de su Pastor Diocesano, unidos todos al Sumo Pontífice, su espiritualidad específica es la del sacerdote diocesano ; a la que suman el especial carisma eucarístico-reparador suscitado en la vida, obra y persona del Beato Manuel González, especialmente en sus peculiares características de compañía de PRESENCIA, COMPASIÓN, IMITACIÓN y CONFIANZA.


2.- B) ¿QUÉ SON ¿ o ¿QUÉ PUEDEN SER?

- Tomando los escritos del Beato Manuel González, e intentando interpretar en nuestros días su intención al fundar los mismos; podríamos definir a los MISIONEROS EUCARÍSTICOS DIOCESANOS, como aquellos sacerdotes que participando de su carisma eucarístico-reparador y queriendo potenciar y vivir con mayor fidelidad y entrega a este carisma y sin dejar de ejercer los cargos u ocupaciones pastorales que tengan encomendados y sujetos en todo a la obediencia a sus respectivos Obispos, se ofrecen a los mismos a fin de incrementar en sus Diócesis, el culto y adoración a la Santísima Eucaristía, el acompañamiento o Dirección espiritual ofrecido a sus hermanos en el presbiterio, así como a todos los fieles que lo deseen, intentando con ello un mayor acercamiento de todos ellos al Sacramento del Amor.- A la hora de dar cuerpo a ésta peculiar obra sacerdotal-eucarística, lo haríamos en sintonía con el deseo de la Iglesia de que se fomenten Asociaciones sacerdotales, que tienden a formar una espiritualidad verdaderamente diocesana .
- Se trata, pues, de Asociaciones que “teniendo estatutos aprobados por la autoridad competente, estimulan a la santidad en el ejercicio del ministerio y favorecen la unidad de los clérigos entre sí y con el propio Obispo ”.
- Un matiz especial que entre otros, poseería ésta Obra, y fiel a la voluntad del Beato Manuel, sería remediar el abandono en que de hecho, viven muchos sacerdotes. Así se respondería a luchar contra la SOLEDAD del sacerdote de la que se hacen ecos los padres sinodales en el año 1992 y que destacan en la Exhortación Apostólica postsinodal “Pastores dabo vobis ” .

(Ponencia pronunciada en el Encuentro de sacerdotes asesores de la UNER, celebrada en Valencia los días 27 y 28 de Febrero de 2007)

Hoy por hoy es nuestra intensión continuar con esta obra sacerdotal y eucarística. En unión con las Misioneras Eucarísticas y con la aprobación de Mons. Antonio Arregui, arzobispo de Guayaquil, estamos trabajando para traer nuevamente a la vida la obra de los M.E.D. Nos encomendamos a la interseción de Don Manuel, fundador de esta familia y confiamos en que pronto será una realidad al servicio de la Iglesia.


P. César Piechestein, MED