Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

sábado, 30 de julio de 2011

Ley orgánica de profesión religiosa - Mons. José Mario Ruiz Navas

Este es el nuevo proyecto de ley que se quiere abrir paso en Ecuador. Un nuevo capìtulo en el libro de las persecusiones que sufre la Iglesia Catòlica en el mundo. Se los comparto con la esperanza de que nos encomienden y que nos ayuden tambièn a encontrar maneras para combatir èsta pretensiòn abusiva del estado ecuatoriano.

"La Ley de Libertad Educativa de los Padres de Familia fue aprobada por las tres funciones del Estado. Su supresión fue globo de ensayo: nada explicamos para defenderla. El escrito de Pablo Villagómez Reinel, ‘Ley Orgánica de Profesión Religiosa y de la Ética Laica’, es otro globo de ensayo, busca confirmar o no la pasividad de los ecuatorianos libres. El escrito de 99 artículos, confuso, repetitivo, incoherente, ajeno a la historia y a la filosofía jurídica, permite a juristas calificarlo como “mamotreto”. Confunde la beneficiosa laicidad con laicismo fanático y opresor. Ignora la opresión comunista de la conciencia, que causó la postración de media Europa. En el escrito se confunde el significado de política. Seguramente el presidente Correa ni conoce este escrito.

Lo que más aparece en el escrito es la llamada ética laica.

Señalo pocas de sus muchas confusas afirmaciones, una más opresora que otra:

1. “Sometimiento del derecho personal al propio derecho”. ¿Qué quiere decir? 2. Desconocimiento de la objeción de conciencia. 3. “La profesión de dogmas religiosos será siempre privada. La profesión de ética laica podrá ser pública y privada”. 4 “La asistencia religiosa debe regirse a las disposiciones de la presente ley y de las normas que se establezcan”. 5 “El Estado favorecerá la profesión de la fe civil”. 6. “Las entidades religiosas deben rendir cuentas de sus actividades…” (¿A quien?). 7. “El espacio público… no puede ser utilizado con fines religiosos”. Se suprimirían p.e. las procesiones del Señor del Gran Poder y del Consuelo, sin permiso expreso, so pena de disolución de la entidad religiosa (artículo 87). 8. “Las entidades religiosas no pueden exponer públicamente sus opiniones morales”. 9. “El Estado determina las condiciones legales para la práctica religiosa; calificará y evaluará a las entidades religiosas”. 10. En planteles educativos (no se excluyen los particulares) no pueden celebrarse actos religiosos. 11. “Ninguna entidad religiosa podrá oponerse a la profesión y difusión de la ética laica”. 12. “Las entidades religiosas podrán realizar pronunciamientos públicos, pero sin contenido religioso”. 13. “El Estado reconocerá el trabajo de los promotores de principios laicos y se abstendrá de premiar a entidades religiosas”. “Las entidades religiosas no podrán utilizar los medios de comunicación social”. 14. “No se podrá impartir enseñanza religiosa, ni como materia optativa, ni siquiera en los centros de educación particular” (artículo 54). 15. Las entidades amparadas por regímenes especiales (Modus Vivendi) deberán ajustar su estructura y funcionamiento… a la presente ley.

Notemos: la laicidad, que es libertad de profesar o no una religión, que es separación de Estado e Iglesia, es beneficiosa, más para la Iglesia que para el Estado, como enseña la historia.

Cuando se inició la ampliación del campo del saber humano a las ciencias, antes reducido a filosofía, teología y matemáticas, era explicable la pugna entre algunos clérigos y laicos. Esa pugna es de ayer.

El laicismo del proyecto desconoce al hombre ecuatoriano y su historia, es fanático, pretende imponer una religión sin Dios.

¿Defenderemos no católicos y católicos, laicos y clérigos, no solo nuestra fe, sino también nuestra identidad? ¡Despertémonos!"

sábado, 23 de julio de 2011

Nuestro campo de acción - Ser Misionero Eucarístico

Cuando éramos todavía adolescentes y nos preguntábamos cuál debería ser el “grupo objetivo” que como grupo de jóvenes debíamos evangelizar, la respuesta surgió naturalmente: debíamos evangelizar a los indiferentes. Nos cuestionábamos al ver tantos jóvenes que al igual que nosotros habían recibido el sacramento de la confirmación, pero que no se veían nunca por la parroquia.

Ya como párroco, años más tarde, la realidad sigue siendo la misma. No es extraño escuchar expresiones como “católico no practicante” o “creyente sin religión”. Y no podemos pensar que es cosa nueva, ya Don Manuel a inicios del siglo pasado describía la situación española de aquel entonces:

“Pueblos en que el aislamiento en que vive Jesucristo es tan cierto como triste y extendido. Unas veces, es odio del pueblo a Él, otras, las más, es indiferencia e ignorancia, pero siempre aislamiento, separación. Muchos pueblos para los que la palabra oración, meditación, vida sobrenatural, espíritu, mortificación, humildad, celo, Sagrario, son desconocidas, a lo más lo que en muchos de esos pueblos se encuentra es una momia de piedad, o una como rutina de rezos y prácticas sin alma, jugo, articulación y movimiento sobrenaturales.”

Los Misioneros Eucarísticos Diocesanos, siendo sacerdotes del clero secular, pertenecemos a una diócesis específica. Nuestra labor será, en la mayoría de los casos, circunscrita a esa porción del pueblo de Dios, de la que hacemos parte, puesto que hemos crecido en ella. Y es en esa realidad en la que tenemos que ejercer nuestra labor eucaristizadora.

Para poner un ejemplo simple podríamos hablar del porcentaje de fieles que asisten regularmente a la celebración eucarística dominical. En Guayaquil el 15%, según los últimos datos, mientras que en Roma llegamos al 10%, la diócesis de Sora, donde colaboro los fines de semana, apenas llega al 8%. Como pueden notar es grande el campo de acción, son muchísimos los indiferentes.

Ese es el campo de acción que Don Manuel quería para sus Misioneros Eucarísticos. Y así lo hicieron, visitando hasta los pueblos más distantes de la diócesis de Málaga, animando a los laicos que estaban más cerca, formándoles para que fuesen apóstoles de sus hermanos más alejados. Siendo colaboradores de los párrocos, en fraternidad sacerdotal, llevando la dulzura de la amistad y compartiendo la alegría del ministerio.

A todos nos toca remediar el abandono de Cristo y es responsabilidad de todos sostener y acompañar a los sacerdotes, comenzando por los mismos sacerdotes que podemos comprender la difícil y frustrante que puede ser muchas veces nuestro ministerio. Sigamos la senda que nos dejó Don Manuel y seguro que veremos abundantes frutos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein, MED.

sábado, 16 de julio de 2011

Don Manuel y la misión de los laicos

Pensar en la misión del sacerdote y su valor no puede ser nunca justificativo para olvidar la importancia del servicio de los laicos en la Iglesia. El Beato Manuel González lo tenía muy claro y así lo enseñaba. Antes de fundar los Misioneros y las Misioneras Eucaristicos, había ya fundado las Marías y los Discípulos de San Juan que daban y buscaban compañía al Abandonado del Tabernáculo. 

Su experiencia pastoral, como capellán, párroco, arcipreste y obispo, le había enseñado el poder del apostolado de los laicos y procuró hacer de sus hijas e hijos espirituales grandes apóstoles. El sabía que cada cristiano tiene una tarea que cumplir en la Iglesia y así lo predicaba, moviéndo a las almas a la acción, partiendo siempre de la adoración. A los sacerdotes encomendaba el cultivo espiritual de aquellas almas que ya habían descubierto ésta llamada al apostolado, ayudándolas con la dirección espiritual, a hacer crecer y profundizar su vida interior. Así lo afirma en el libro "Artes para ser Apóstol":
“La acción del misionero (grandes misiones) es la de la lluvia torrencial; la del director espiritual, la de la llovizna; aquella moja, ésta remoja la tierra. Urge que salgan a los pueblos sacerdotes prudentes, celosos, ilustrados en la ciencia de las almas a buscar y pulimentar margaritas preciosas...porque los pueblos, por muy perdidos y extraviados que estén, si tienen núcleo piadoso, son pueblos de esperanza; tarde o temprano volverán; los que no lo tienen, no volverán; prácticamente son irredimibles. Dios no acostumbra a salvar sin intercesores ni apóstoles, y las almas piadosas de un pueblo son sus intercesores y sus apóstoles ”

Era tarea prioritaria de los Misioneros Eucarísticos el hacer madurar a quel núcleo de laicos que eran como el alma de la parroquia. Eran ellos la levadura que haría fermentar la masa. Es así como podemos comprender el proceso que promovía Don Manuel como obispo y fue eso lo que alcanzaron los primeros misioneros en Málaga. El "Granito de Arena" de enero del 1919 enumera así los tres principales ministerios que realizaban los Misioneros en las parroquias que visitaban:

"Tres son los principales ministerios de estos Misioneros; a saber: predicación sobre un punto de ascética a los fieles en general; oír confesiones procurando inculcar en las almas la vida de oración y comunicación con Jesucristo Sacramentado; instrucción catequística a los niños."

Sabemos también que muchas veces, cuando el tiempo lo permitía, disctaban una mañana de retiro espiritual a la comunidad parroquial, a los laicos que participaban activamente, procurando animarles y formarles mejor.

Sé que la mayoría de ustedes, amigos lectores, no son sacerdotes. Quería hoy recordar éste aspecto importantísimo de la espiritualidad de nuestro fundador para que así no quede ninguna duda de su fe en el apostolado de los laicos y de la dedicación que tuvo para formarles y enviarles a la misión eucaristizadora.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein, MED.

lunes, 11 de julio de 2011

De parte de nuestros lectores - Carta de Mons. Pepe al Padre Tomás

Querido padre Tomás:

Hoy vi algo peculiar sobre el altar durante mi hora santa: una caja de chocolates. Pensé que alguien la había dejado olvidada hasta que leí la tarjeta que tenía: 'Para Jesús, de Ninay, porque tu amor es el más dulce de todos".

Un día Ninay estaba tan ensimismada en el amor de Jesús, que no quería dejar la capilla. Su marido la iba a recoger después de su hora santa, pero Ninay rezó pidiéndole fervientemente a Jesús que la dejase quedar más tiempo. El automóvil de su marido no arrancó y cuando lograron arreglarlo nuestra querida Ninay había pasado seis horas adicionales con el Señor.

Dios Padre no puede rehusarse cuando le pedimos amar cada vez más a su Hijo Jesús en el Santísimo Sacramento. El amor es dulce porque nos hace sentir muy bien. La calidez del amor es lo que realmente hace que uno se sienta especialmente querido. Por eso el amor de Jesús en el Santísimo Sacramento es el más grande y dulce que nuestros corazones puedan jamás conocer.

Su amor te hace la persona más especial e importante del mundo. Cada persona es para Dios irremplazable, nunca antes creada y nunca reproducida. Dios se ve a Sí mismo en nosotros. Dios ve esta única cualidad y especial característica que sólo nosotros poseemos, en cada uno de nosotros. Él haría solamente por ti lo que hizo por todos. Jesús lo haría nuevamente por ti, si eso significara tu salvación.

Así eres de especial para Él. Pero nunca llegarás a saberlo a menos que te acerques a conocerlo en el Santísimo Sacramento. El Santísimo Sacramento es Dios, el enamorado divino diciéndonos cuan infinitamente especiales somos para Él. Dios no nos mandó obsequios o una tarjeta sino a su Hijo único. "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único... no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él" (Jn 3,16-17). Dios ama tanto al mundo que por medio del Santísimo Sacramento continúa enviando a su Hijo único, que nos dice que el Padre nos ama tanto como ama a su Hijo (Jn 17,23). En otras palabras, cada uno de nosotros es tan especial para el Padre como Jesús mismo. ¡Qué amor más tierno!

Por eso, en la oración de entrada de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo se exclama: "Y a Él lo sustentaría con la flor del trigo, lo saciaría con la miel de la peña" (Sal 80,17). La miel que mana de la "peña" es el dulce amor divino de Jesús que mana de su Corazón en el Santísimo Sacramento. Sólo un corazón herido puede apreciar esta dulzura. Sólo un corazón humillado puede reconocerlo. Sólo un corazón de niño puede amarlo. Por eso Dios permite el sufrimiento en nuestra vida. Es la medicina que nos cura la soberbia. Sólo cuando nuestro corazón está herido, aplastado, derrotado, humillado o sufriendo de cualquier manera, podemos experimentar la dulzura de su amor. Porque Él es el más abatido de todos. 

Una lanza abrió el costado de Jesús para que de su Corazón herido pudiera brotar la dulzura de su Amor Divino sobre todos los que se acercan a Él en el Santísimo Sacramento. Por eso proclamamos en la bendición: "Nos diste, Señor, el Pan del cielo... que en sí contiene todas las delicias". Cuando estuve en México, vi unos niños jugando a la “piñata”. Con los ojos tapados, golpeaban un objeto hasta que lograban romperlo. Así caían todos los caramelos que contenía y que los chicos comían hasta saciarse.

Al Corazón destrozado de Jesús en el Santísimo Sacramento se acercan todos los corazones destrozados del mundo. La dulzura de su Amor es bálsamo y consuelo para las amarguras de la vida y sus rechazos dolorosos. Porque Yahveh está cerca de los que tienen roto el corazón, Él salva a los espíritus hundidos" (Sal 34,19).

El Papa Pablo VI dijo: "El Santísimo Sacramento es el corazón vivo de cada una de nuestras parroquias" (Credo del pueblo de Dios). Cuando pienso en la Iglesia y en el mundo de hoy, creo que tenemos poco poder espiritual, algunos lo creen perdido, pero nosotros lo llamamos apagón parcial. "Y el juicio está en que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz" (jn 3,19). Debemos volver a la fuente viva del dulce Amor, el enamorado divino que genera la verdadera luz por la que vemos lo especial que somos. Cuando uno se siente como una basura, trata a los demás como basura. Cuando uno sabe cuán infinitamente especial es, entonces trata a los demás en forma especial. Cuanto más amados nos veamos a la luz del Amor Eucarístico, tanto más nos amaremos unos a otros.

Sobre el Santísimo Sacramento se ha escrito: "Enamorarse de Dios es el más grande de todos los romances. Buscarlo, la aventura más grande. Encontrarlo, la conquista humana más importante".

Fraternalmente tuyo en Su Amor Eucarístico, Mons. Pepe