Cuando el Beato Manuel González habla sobre la parroquia cabal, luego de afirmar que debe ser un hogar, afirma que para ser auténtica parroquia deberá ser organizada "para saber satisfacer todas las aspiraciones y necesidades de sus hijos, de tal modo que, niños y viejos, ricos y pobres, ocupados y desocupados, sanos y enfermos, ilustrados e ignorantes, todos los grupos que forman la familia de la parroquia, sepan que en ella tienen para cada uno de ellos una hora, un sitio y una atención." (Un Sueño Pastoral).
Cuando nos enfrentamos a la organización de la parroquia, si bien es importante tener todo en orden, desde la secretaría hasta la sacristía, no podemos pensar que sólo importa lo material. El sacerdote así como es padre, es también maestro y guía de una comunidad, de una parte del pueblo de Dios, que no es homogénea. Lo que significará tener que organizarla para poder llegar a cada quien, según sus propias necesidades e intereses. Esta es quizá una de las características más esenciales al sacerdote diocesano. Los religiosos, según el carisma de su familia espiritual, tienen de por sí una labor específica, con un "público", por así decirlo, más delimitado. El sacerdote diocesano tiene que atender a todos los que hacen parte de la parroquia y procurar que los que no son parte, lleguen a serlo porque encuentran un espacio con el que se logran identificar.
"Para pequeñuelos su Congregación y su hora de catecismo, enseñado con gracia de Dios y de la tierra, y ojalá su escuela parroquial; para jóvenes su Juventud Católica; para hombres y mujeres, sus hermandades ..." (Un Sueño Pastoral) . En esta tarea de ofrecer los espacios para cada quien, pueden prestar ayuda, y de hecho lo hacen muy bien, los movimientos apostólicos. Sin embargo, eso no exonera al párroco del cuidado de ese "nucleo espiritual", es decir, de aquellas personas más cercanas al Señor, que son quienes se convierten en la levadura de la parroquia. "Para todos una lluvia y un olor constante de Evangelio, en forma de predicaciones breves y frecuentes y conversaciones familiares sobre El, y ejemplos y generosidades y oración según El." (Un Sueño Pastoral)
A la atención espiritual de estos núcleos eran enviados principalmente los Misioneros Eucarísticos. Cuando llegaban a un pueblo, luego de acompañar al sacerdote, preparaban a estos laicos más comprometidos con charlas piadosas y retiros espirituales, para "hacer a los buenos, mejores" (Beato Manuel).
En conclusión, una parroquia cabal y organizada tendrá una abundante gama de opciones pastorales (grupos, movimientos, hermandades, catequesis, grupos juveniles, etc.) de manera que todos o casi todos puedan encontrar un espacio que les atraiga, con el que se identifiquen, pudiendo comenzar o continuar ahí su camino de formación en la fe. Así la parroquia crecerá, no sólo en número de fieles, sino en la vivencia y el compromiso eclesial. Y desde esta experiencia comunitaria y de desarrollo espiritual, irán cosechandose abundancia de frutos, sobre todo uno muy importante: las vocaciones sacerdotales. De esto hablaremos en otra oportunidad.
Hasta el Cielo.
"Para pequeñuelos su Congregación y su hora de catecismo, enseñado con gracia de Dios y de la tierra, y ojalá su escuela parroquial; para jóvenes su Juventud Católica; para hombres y mujeres, sus hermandades ..." (Un Sueño Pastoral) . En esta tarea de ofrecer los espacios para cada quien, pueden prestar ayuda, y de hecho lo hacen muy bien, los movimientos apostólicos. Sin embargo, eso no exonera al párroco del cuidado de ese "nucleo espiritual", es decir, de aquellas personas más cercanas al Señor, que son quienes se convierten en la levadura de la parroquia. "Para todos una lluvia y un olor constante de Evangelio, en forma de predicaciones breves y frecuentes y conversaciones familiares sobre El, y ejemplos y generosidades y oración según El." (Un Sueño Pastoral)
A la atención espiritual de estos núcleos eran enviados principalmente los Misioneros Eucarísticos. Cuando llegaban a un pueblo, luego de acompañar al sacerdote, preparaban a estos laicos más comprometidos con charlas piadosas y retiros espirituales, para "hacer a los buenos, mejores" (Beato Manuel).
En conclusión, una parroquia cabal y organizada tendrá una abundante gama de opciones pastorales (grupos, movimientos, hermandades, catequesis, grupos juveniles, etc.) de manera que todos o casi todos puedan encontrar un espacio que les atraiga, con el que se identifiquen, pudiendo comenzar o continuar ahí su camino de formación en la fe. Así la parroquia crecerá, no sólo en número de fieles, sino en la vivencia y el compromiso eclesial. Y desde esta experiencia comunitaria y de desarrollo espiritual, irán cosechandose abundancia de frutos, sobre todo uno muy importante: las vocaciones sacerdotales. De esto hablaremos en otra oportunidad.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein, MED
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