Desde mi adolescencia, cuando pude ver más de cerca la vida de algunos sacerdotes, me quedó claro que eran gente que no se estaba nunca quieta. Han pasado los años y ahora que me encuentro dentro del gremio de los pastores de almas, confirmo la apreciación que tenía en mis años mozos.
Para quien ha experimentado en su vida el amor de Dios no existe quietud. Descubrir que Dios te ama y convertirte en su apóstol son la misma cosa. Es imposible permanecer cruzado de brazos cuando sabes que existen millones de personas que aún no han hecho esa experiencia que te cambió la vida, que te descubrió la felicidad. La paz que da Jesús es una paz inquieta, una paz que inflama. Creo que es Don Manuel quien define perfectamente la esencia del apóstol:
“¿Qué es un apóstol?
Etimológicamente es un enviado. Históricamente, según el Evangelio, las Epístolas y demás libros inspirados del Nuevo Testamento y la Historia de la Iglesia, apóstol es, sí, un enviado de Jesús con una sola ocupación: ir, y un solo fin: salir de Jesús, haciendo de Jesús, y volver después de haber hecho a Jesús en muchas almas, para volver a salir, y así cumplir el "id" del mandato apostólico. Es decir, a un apóstol le es todo permitido menos el estarse quieto. Siempre yendo! O saliendo de Jesús solo, o volviendo acompañado de almas a Jesús! El apóstol es un perpetuo viajante con este solo divino encargo: ir desde Jesús solo hasta Jesús acompañado. Él lo dejó dicho: Yo os elegí y os puse para que vayáis...” (Así ama Él)
Es simple correspondencia. Correspondemos al amor que nos ha manifestado, que ha dado un vuelco a nuestra existencia, a nuestros valores, que nos ha hecho felices. Correspondemos siendo responsables de repetir el ciclo, de darles a otros la oportunidad que nosotros tuvimos, transmitiendo el mensaje de Cristo a todos, siendo testigos. Ser Misionero Eucarístico Diocesano es vivir esa tensión del “ir” constantemente para llevar almas a Cristo.
Si has encontrado a Cristo en tu vida no te hagas esperar, comienza hoy a “ir” , porque son muchos los que esperan. Creo que la mejor conclusión son las palabras de Don Manuel, un alma 100% eucarística y por lo tanto 100% apostólica. Se refirió al apóstol como:
“He aquí la gran institución del amor del Corazón de Jesús. Su más rico y abundante desbordamiento, después de la Eucaristía.”(Así ama Él)
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein, MED
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