Misioneros Eucarìsticos Diocesanos es una fraternidad sacerdotal fundada por el Beato Manuel Gonzàlez.
Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)
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lunes, 28 de mayo de 2012
sábado, 26 de mayo de 2012
Pentecostés fructuosa - Don Manuel González
En
su “Decenario al Espíritu Santo”, Don Manuel con su amor siempre de Padre nos
recuerda que ante todo somos instrumentos de Dios y que es su Espíritu el que
obra a través de nosotros. Une, como es lógico, el misterio de la Eucaristía
con el sacerdocio y reconoce en la transformación del ministro en hostia viva,
la acción del Espíritu Santo:
«Por
la Misa somos sacerdotes y hostias con Jesús sacerdote y Hostia; por la
Comunión, comensales de Jesús sacrificado y cooperadores del Espíritu Santo que
nos asimila a aquél y hace que por cada Comunión, bien recibida, seamos más
Jesús. Es muy significativo que las siete oraciones con que la Iglesia prepara
a sus sacerdotes para la santa Misa sean dirigidas de modo especial al Espíritu
Santo. Misas y Comuniones de los Apóstoles, preparadas por el mismo Espíritu
Santo, participadas y agradecidas por la Madre de Jesús en persona, ¡cómo
renovasteis la faz del mundo!».
(Beato Manuel González,Obras Completas,5313)
Creo que todos hemos enseñado a los muchachos que se
preparan para recibir la Confirmación que el Espíritu Santo que recibirán con
el sacramento, actúa respetando nuestra libertad. Es decir que depende de
nosotros el fruto que tendrá su presencia en nuestras vidas. Dios respeta
nuestra libertad y no impone su voluntad, su Espíritu nos inspira aquello que
Dios espera de nosotros, pero sólo quien se abre a su acción, como los
Apóstoles que oraban en el Cenáculo el día de Pentecostés, verá florecer los
siete dones.
Eso que enseñamos nos toca aplicarlo a nuestra vida.
De lo contrario estaremos quitando toda sobrenaturalidad a nuestra acción
pastoral. Creo que hemos comprobado muchas veces cómo obras que parecían
geniales, pero que carecían de auténtica vida sobrenatural, se desmoronan
cuando menos lo esperábamos. No basta con andar en las cosas de Dios, si no
estamos en comunión con el Dios de las cosas.
«Si
toda dirección y todo acierto en acciones y obras para llevar almas a Dios
viene del que se ha llamado por la Iglesia Dedo de la diestra del Padre, o sea,
el Espíritu Santo, el único Iluminador, Director, Guía y Santificador de las
almas, nuestras buenas obras tan rebosantes de criterio humano y de
direcciones humanas y tan vacías de oración, dejan poco o nada que hacer a Dios
Espíritu Santo...»
(Beato Manuel González,Obras Completas,5310)
Acojamos con sincero corazón y con toda la docilidad
de nuestra alma al Paráclito, al Consolador. Tanta necesidad tenemos de Él,
tanto bien podrá hacer a través de nosotros. Bendito sea Cristo Eucaristía que
no sólo se quiso quedar presente en el Sagrario, sino que con su Espíritu Santo
ha venido a habitar en nuestro ser.
P. César Piechestein, MED
miércoles, 9 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
Abandono del Sagrario: el mayor mal de todos los males
Hablar del Beato Manuel González, es hablar del
abandono de Jesús Sacramentado. Para él, que consagró todo su sacerdocio a dar
y buscar compañía al Sagrario, no existía un mal más grande que la soledad a la
que se condenaba a Jesús en tantos pueblos. Lo afirmó categóricamente:
«Tengo la persuasión firmísima de que prácticamente el
mayor mal de todos los males y causa de todo mal, no sólo en el orden
religioso, sino en el moral, social y familiar es el abandono del Sagrario».
Como hijos de la Iglesia, reconocemos en el Santísimo
Sacramento, la fuente y cumbre de nuestra madre y maestra. Todo gira alrededor
del “misterio de nuestra fe”, como lo afirmamos en la Santa Misa. De ahí que la
mayor pobreza que pueda sufrir un pueblo, es quedarse sin el Sacramento. Pero
existen muchas parroquias donde, aunque se celebra la Misa, la relación de los
fieles con Jesús Sacramentado es pobre y tantas veces inexistente. Así se
explica porque tantas parroquias parecen muertas, languidecen, desfallecen de
hambre y sed de Dios, aún teniéndolo tan cerca:
«Si no hay otro nombre en el que pueda haber salvación
fuera del nombre de Jesús; si la Sagrada Eucaristía, adorada, visitada,
comulgada y sacrificada, es la aplicación de esa salud y, por tanto, la fuente
más abundante de gloria para Dios, de reparación por los pecados de los hombres
y de bienes para el mundo, el abandono de la Sagrada Eucaristía, al cegar la
corriente de esta fuente, priva a Dios de la mayor gloria que de los hombres
puede recibir, y a éstos de los mayores y mejores bienes que de Dios pueden
esperar».
Una parroquia eucarística rebosa gracia, su testimonio
atrae a quienes estaban lejos. Un parroquia con un Sagrario acompañado verá
pronto una cosecha abundante en santidad de vida, en vocaciones sacerdotales,
en transformación social. Sólo una sincera devoción a Jesús Sacramentado puede
vencer la tan propagada tibieza espiritual.
«Revistiendo el abandono del Sagrario, dentro de las
ofensas contra la Sagrada Eucaristía, una gravedad especial y trascendental,
urge una obra que haga fin especial suyo combatir el abandono y la soledad de los
Sagrarios». (Aunque todos… yo no, p. 86-87)
Es así que surge la obra eucarística y reparadora de
Don Manuel, de la cual los Misioneros Eucarísticos Diocesanos somos parte.
Quiera Dios que cada vez sean más los dispuestos a encarnarla, llevando al
Jesús de su Sagrario compañía abundante.
P. César Piechestein, MED
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