Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)

jueves, 25 de agosto de 2011

Una vocaciòn de locos - Ser Misionero Eucarìstico

Creo que muchos sacerdotes jòvenes y algunos que ya llevan canas, podrán asegurar que màs de una vez les llamaron locos. Y es que para quien no tiene vocaciòn al sacerdocio le parece una locura donar la vida para servir al altar. Yo creo que no se equivocan, que es verdad que para ser sacerdote hay que estar un poco mal de la cabeza.

El sacerdote es un hombre escogido por Dios para un ministerio, una labor que no solo es mal pagada, sino tantas veces incomprendida, despreciada y hasta muy criticada por los mismos hermanos en la fe. No hay horario limitado de atenciòn, ni jubilaciòn, ni posibilidad de dejar abandonar el cargo (porque el sacramento del orden imprime carácter sacramental). Y aùn con todo eso cada vez somos màs los curas en el mundo. Sì somos màs, aunque en ciertos países puede disminuir el nùmero de vocaciones, en otros, de iglesias màs jòvenes, aumentan.

Asì es que somos locos, porque para amar a Dios no se necesita cordura. Eso sì no somos enajenados mentales, porque nuestro desequilibrio no es patològico. Es una obsesiòn:


"Un médico puede dejar de ser médico cuando le plazca; el sacerdote, y más el párroco, no puede desentenderse de las almas nunca.
El médico que deje su profesión podrá llamarse un jubilado, un retirado, un cesante... El cura que deje las almas se llamará siempre por Dios y por los hombres un apóstata y un detentador sacrílego...
Toda la ciencia del sacerdote y con más razón de un cura, se reduce a esto: Que él, como Jesucristo, descendió por nosotros los hombres, y por nuestra salvación.
Su único trabajo no puede ser más que éste: gastaré y me desgastaré totalmente por vuestras almas... Su única pena ésta: que se pierdan las almas; su única alegría: que las almas malas se hagan buenas, y que las buenas se hagan santas; su norma: sacrificarse por el bien de las almas; su ambición: dame almas, toma lo demás . Su sueño: morir por ellas...
Sí, el cura es el hombre de la obsesión de las almas." (Beato Manuel Gonzàlez)

Dicen que de niño, poeta y loco, todos tenemos un poco, pero los sacerdotes tenemos bastante màs que la media. Y esto lo escribo sobre todo para aquellos jòvenes que se preguntan si su camino es el sacerdocio. Si no te falta un tornillo, si no te quita el sueño la salvaciòn de la humanidad, si no te obsesiona el abandono de Jesùs Sacramentado, probablemente no tengas vocaciòn. Al buen entendedor, pocas palabras.
Hasta el Cielo.

P. Cèsar Piechestein, MED.

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