“Renovemos nuestra confianza en
la predicación, que se funda en la convicción de que es Dios quien quiere
llegar a los demás a través del predicador y de que Él despliega su poder a
través de la palabra humana. Es un género peculiar, ya que se trata de una
predicación dentro del marco de una celebración litúrgica; por consiguiente,
debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase.
Uno de los esfuerzos más
necesarios es aprender a usar imágenes. Una imagen atractiva hace que el
mensaje se sienta como algo familiar, cercano, posible, conectado con la propia
vida. Una imagen bien lograda puede llevar a gustar el mensaje que se quiere
transmitir. La sencillez tiene que ver con el lenguaje utilizado. Debe ser el
lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr el riesgo de hablar al
vacío. Frecuentemente sucede que los predicadores usan palabras que aprendieron
en sus estudios y en determinados ambientes, pero que no son parte del lenguaje
común de las personas que los escuchan. Si uno quiere adaptarse al lenguaje de
los demás para poder llegar a ellos con la Palabra, tiene que escuchar mucho,
necesita compartir la vida de la gente y prestarle una gustosa atención”.
Evangelii Gaudium Papa Francisco
“Si por predicación parroquial se
entiende una predicación elocuente, de párrafos redondeados, de profundas
materias, de palabras rebuscadas y golpes de efecto, concedo que es difícil
para tenerla que hacer todos los domingos y días de fiesta y con el escaso
tiempo de preparación de que dispone un cura. Pero si por predicación
parroquial se entiende lo que debe entenderse, es decir, una predicación
sencilla, sin gritos, ni patéticos golpes de efecto y, sobre todo, de diez
minutos de duración, niego que la predicación parroquial sea cosa difícil”.
Lo que puede un cura hoy
Beato Manuel González