Misioneros Eucarìsticos Diocesanos es una fraternidad sacerdotal fundada por el Beato Manuel Gonzàlez.
Nuestra misión es :"Remediar los tres abandonos más perjudiciales de un pueblo,
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)
el de Jesús Sacramentado,
el del cura
y el de las almas."
(Beato Manuel González)
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viernes, 20 de enero de 2012
martes, 17 de enero de 2012
Parroquia, Nueva Evangelización y Año de la Fe - I parte
Su Santidad nos ha llamado a prepararnos para vivir el año de la Fe y ha insistido en la necesidad de la Nueva Evangelización. Estos dos elementos nos ponen ante la necesidad de poner los ojos sobre lo que tenemos, nuestra realidad actual. Como Misioneros Eucarísticos sabemos que nuestra prioridad es la parroquia, la comunidad de fe a la que hemos sido enviados por nuestro obispo. Es ahí donde hemos de evangelizar, donde hemos de educar en la fe a los hermanos.
Para desarrollar un plan es esencial comenzar con lo que tenemos, para después plantearnos los medios para llegar hasta lo que nos hemos propuesto como meta. Creo que para lograrlo nos podría dar una mano Don Manuel:
"Cómo están nuestras parroquias
1616. No nos empeñemos en engañarnos. Es verdad que hay parroquias, muchas por la misericordia de Dios, en las que se cumplen con una feliz exactitud los deseos del Buen Maestro: "Un solo redil y un solo Pastor". ¡Benditos de Dios sean y dichosos los curas a quienes Él regala tanto! Pero también son muchas las parroquias, verdaderas repeticiones del Calvario; que allí no faltan ni sayones que crucifiquen, ni fariseos hipócritas que seduzcan y azucen al pueblo, ni discípulos cobardes que huyan, ni malos ladrones que roben dinero y fama, ni víctima que responda con sonrisa y con perdones a los que crucifican, seducen, abandonan y roban...
1617. ¡Las parroquias-calvarios!
Ésta es la frase y no hay que asustarse de ella. Y aunque me llaméis cruel, yo añadiré que a ese calvario levantado por los malos cristianos en nuestras parroquias hay que añadirle que es un calvario, no de tres horas, sino de muchas horas y de muchos años. Que es un calvario en que no se muere para resucitar al tercer día, sino que se vive para padecer más. Que es un calvario en el que se siente, a veces, junto con el abandono de Dios, el abandono de los más amigos. Un calvario en el que nadie llora, ni compadece. Un calvario, en fin, y esto quizá es lo que lo hace más angustioso, desde el que se divisa el falso tabor del mundo adornado con sus placeres y riquezas tan atrayente y sugestivo, y sobre él al ángel malo que repite: Todo esto te daré, si me adoras... ¡Dios mío, Dios mío, qué duras son a veces las pruebas a que sometes a tus amigos!"
(Lo que puede un cura hoy, Beato Manuel González)
Seguramente no es un panorama alentador en muchos de los casos, pero precisamente por eso es que hay que poner manos a la obra cuanto antes. El Papa nos llama la atención y nos anima a comenzar la renovación de la Iglesia, desde la comunidad que nos ha encomendado, a la que pertenecemos. Laicos y sacerdotes juntos, porque somos corresponsables de la construcción del Reino. Dispuestos a transformar las parroquias-calvarios en parroquias-cenáculo o parroquias-tabor, donde Cristo sea adorado y obedecido.
Esta es la primera de varias entregas que tendrán como eje la parroquia como epicentro de la Nueva Evangelización y de la celebración del año de la Fe. Esperamos aportar positivamente al buen desarrollo y a la fecundidad de éste tiempo de gracia hacia el que caminamos.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein, MED
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